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Mostrando las entradas de abril, 2016
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La camisa nueva que no me pongo Miro concentrado mi camisa blanca de pequeños y delicados rombos azules que una modista diseñó para ser lucida por un anónimo como yo. Lánguida y digna, como corresponde a las prendas que cuelgan de un gancho de ropas, se despliega entre las paredes del viejo escaparate de madera. Pareciera que un invisible pulmón respirara entre sus telas. Es como si tuviera vida propia: intuyo su armónico braceo, presiento que sus mangas se colgarán de mi huérfano cuello. No es pesada su quietud, y la ley de la inercia pareciera dotarla de movimiento propio. Continúo observándola con intensidad severa. Respiro profundo, exhalo una bocanada de aire y me muerdo los labios. Aprieto los dientes y callo un impetuoso desagravio. La camisa sigue ahí y entonces sé que entre los dos se cocina una secreta disputa. De ella brota una muda reclamación y yo riposto con una mirada fulminante de desprecio. ¿Para qué me las doy de insolente? Cuánto quisiera palpar su
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En esta primera entrada les comparto un artículo que publiqué en el periódico El Parque, octubre de 1996. El Maestro Serna, ya fallecido, dejó un legado artístico que hoy hace parte del patrimonio de Colombia. Un par de fotos a color fueron agregadas para ilustrar el texto y mostrar el talento del artista. Sus hijos Alejandro y Beto perpetúan hoy el legado del pintor. Alejandro Serna, pintor de camiones escalera "Uno muere aprendiendo " Basta decir que este hombre en el año 62 fue a parar seis meses al manicomio de Bello, y tres meses después de que le dieron de alta se decidió por el matrimonio de una manera inusual: un día se dijo: "Estoy llevando una vida que no me corresponde".  Sacó una moneda y apostó: "Con sello Georgina, con cara Cruz Elena".  Ganó sello.  Y cumplió. Ya había quedado mal años atrás, cuando en la víspera de una boda anunciada se escurrió en la noche por entre las montañas de Santa Rita de Ituango, en donde oficiaba de